Actualmente y desde 1975, se considera que las tortugas marinas están en peligro, debido a su longevidad, lento crecimiento, tardía madurez, baja tasa de reproducción y depredación (tiburones, aves marinas y el hombre) y contaminación (plásticos y petróleo). Pero la tortuga Carey, aparte tiene una amenaza más. Las placas de su caparazón, son de un material brillante y coloreado (queratina) que se usa para la joyería, peines, cepillos, boquillas de cigarrillos y monturas de gafas. El precio del carey o bekko (así se le llama a este material) es elevado, tanto que un caparazón puede venderse en miles de euros. Hasta 1994 en Japón, se importaba 30.000 kilogramos de caparazones de tortuga carey al año. Actualmente se cree que existe un comercio internacional ilegal de caparazones de carey en el Caribe, Asia y Centro América.
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